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26 jul 2013

Dos años...

Dos años...
Dicen que el tiempo pasa volando, y a veces es cierto. Cuando empezamos esta tarea no nos imaginamos que duraría tanto tiempo. A veces uno se desilusiona con demasiada facilidad. Pero también es cierto que las cosas que uno hace con agrado el tiempo se le pasa volando y ni cuenta nos damos. Más aún si lo que hacemos nos gusta mucho y lo disfrutamos.

Hoy cumplimos dos años de esta tarea. Y en realidad parece que apenas si fue ayer cuando decidimos empezar con estos relatos, que más que frases o poemas de amor, son más bien un anhelo de lo que quisiéramos encontrar en nuestras vidas. Un anhelo vehemente de encontrar una razón que justifique nuestra esperanza, nuestra fe… Para convencernos que aún vale la pena seguir, que no todo es malo en la vida.

Dos años…

Y nos hemos propuestos (les hice que prometieran) que seguiremos unos cuantos más. A pesar de las limitaciones de tiempo que tenemos, lo seguiremos intentando. Por supuesto que hemos de mejorar en muchos aspectos… Pero echando a perder se aprende solía decir mi madre, y lo haremos.

Hoy solo queremos decirles a todos los que puedan leer este mensaje:

Gracias…  Que Dios les pague.


24 jul 2013

Las 8 mentiras de mamá

Las 8 mentiras de mamá
Esta historia comienza cuando era niño… nací pobre.  A menudo no teníamos suficiente para comer.  Cuando teníamos algún alimento, Mamá solía darme su porción de arroz.  Mientras pasaba su arroz a mi tazón, solía decir: “Cómete este arroz, hijo, yo no tengo hambre”.  Aquella fue la primera mentira de Mamá.

Al crecer, Mamá renunció a su tiempo libre para pescar en un río cercano a nuestra casa; ella esperaba que de los peces que pescase, me podría proveer de un alimento más nutritivo para mi crecimiento.  Una vez, cuando sólo había pescado dos peces, hizo sopa de pescado.  Mientras tomaba la sopa, Mamá se sentó a mi lado y comió lo que quedaba en el hueso del pez que me había comido. Mi corazón se estremeció al verla.  Una vez que le pasé el otro pescado, lo rehusó y dijo: “Cómete el pescado, hijo, a mí en realidad no me gusta el pescado”.  Esa fue la segunda mentira de Mamá.

Cuando, para poder pagar mi educación, Mamá fue a una fábrica de fósforos para traer a casa algunas cajetillas usadas, las que llenaba con cerillas nuevas.  Esto la ayudaba a ganar algún dinero para cubrir nuestras necesidades.  Una noche invernal me desperté y hallé a Mamá llenando las cajetillas a la luz de una vela.  Así que le dije: “Mamá, vete a dormir; es tarde, puedes seguir trabajando mañana en la mañana”.  Mamá sonrió y dijo: “Vete a dormir, hijo, no estoy cansada”.  Esa fue la tercera mentira de Mamá.

Cuando tuve que hacer mi examen final, Mamá me acompañó.  Después del amanecer, ella me esperó por horas en el calor del día.  Cuando sonó la campana, corrí a encontrarme con ella… Mamá me abrazó y me dio un vaso de té que había preparado y puesto en un termo. El té no era tan fuerte como el amor de Mamá.  Viéndola cubierta de sudor, le pasé mi vaso y le pedí que tomase también.  Mamá dijo: “Toma tú, hijo, que yo no tengo sed.”  Esa fue la cuarta mentira de Mamá.

Tras la muerte de Papá, Mamá tuvo que desempeñar el papel de ambos.  Mantuvo su empleo anterior; tenía que satisfacer sola nuestras necesidades.  Nuestra vida familiar se tornó más complicada, pasábamos hambre.  Viendo empeorar nuestra condición familiar, mi bondadoso tío, quien vivía cerca a nuestra casa, vino a ayudarnos a resolver nuestros problemas grandes y pequeños.  Nuestros otros vecinos vieron que estábamos en pobreza por lo que aconsejaban a Mamá que se volviera a casar.  Pero ella rehusó casarse de nuevo diciendo: “No necesito amor”.  Esa fue la quinta mentira de Mamá.

Al terminar mis estudios y obtener un empleo, llegó el tiempo para que mi anciana madre se jubilase pero ella siguió yendo al mercado cada mañana para vender algunos vegetales.  Yo le seguía enviando dinero pero ella era persistente y aún me enviaba de vuelta el dinero diciendo: “Tengo suficiente”.  Esa fue la sexta mentira de Mamá.

Seguí mis estudios de maestría a tiempo parcial.  Financiado por la corporación estadounidenses para la cual trabajaba, tuve éxito en mis estudios.  Con un gran aumento en mi salario, decidí traer a Mamá a disfrutar la vida en los Estados Unidos pero ella no quiso molestar a su hijo.  Me dijo: “No estoy acostumbrada a vivir por lo alto”.  Esa fue la séptima mentira de Mamá.

En su vejez, Mamá fue atacada por el cáncer y tuvo que ser hospitalizada.  Como ahora vivía al otro lado del océano, fui a casa a ver a Mamá, quien se hallaba encamada tras una operación.  Mamá intentó sonreír pero yo estaba quebrantado por verla tan delgada y frágil.  Pero Mamá dijo: “No llores, hijo, no me duele”.  Esa fue la octava mentira de Mamá… y diciéndola, falleció.

18 jul 2013

Muchas veces no hacen falta palabras...

En todos nuestros actos, en todos nuestros gestos...  Muchas veces no hacen falta palabras.


Si no se muestra el vídeo, míralo en YouTube


16 jul 2013

La almohada y la frazada

La almohada y la frazada
Hace mucho tiempo, una niña de una familia adinerada se preparaba para ir a la cama. Decía sus oraciones cuando oyó un sollozo a través de su ventana. Un poco asustada, se asomó por su ventana. Otra niña, quien parecía de su misma edad y desposeída estaba parada en el callejón junto a la casa de la niña rica.

Su corazón se identificó con la niña desposeída, ya que estaban en lo más frío del invierno, y la niña no tenía frazada, tan sólo viejos periódicos que alguien había tirado. A la niña rica se le ocurrió una brillante idea. Llamó a la otra niña y le dijo:

“Hey, tú, por favor acércate a mi puerta”. La niña desposeída estaba tan asombrada que solo pudo asentir.

Tan rápido como se lo permitieron sus piernas, la niñita bajó las escaleras hasta el closet de su madre y tomó una vieja frazada y una gastada almohada. Tuvo que caminar lentamente a la puerta del frente para no tropezar con la frazada que colgaba, pero finalmente lo logró. Dejando caer ambos artículos, abrió la puerta.

Parada allí estaba la niña desposeída, visiblemente atemorizada. La niña rica sonrió cálidamente y le entregó ambos artículos a la otra niña. Su sonrisa se ensanchó al observar la genuina sorpresa y felicidad en el rostro de la otra niña. Ella se fue a la cama increíblemente satisfecha.

A media mañana del día siguiente alguien tocó a la puerta. La niña rica voló a la puerta esperando ver a la otra niña allí. Abrió la puerta y allí estaba la otra niñita. Su rostro se veía feliz y sonrió. “Supongo que no querrás estos de vuelta”, le mostró la almohada y la frazada.

La niña rica abrió su boca para decirle que podía quedárselos cuando se le ocurrió otra idea. “No, sí los quiero de vuelta”. El rostro de la niña desposeída se entristeció, pues no era la respuesta que había anticipado. A desgano, dejó los gastados artículos en el umbral y se volteó para irse cuando la niña rica le gritó: “¡Espera! Quédate allí”.

Se volteó a tiempo para ver a la niña rica corriendo escaleras arriba y por un largo corredor. Decidiendo que sin importar lo que la niña rica hiciese, no valía la pena esperar, iba a marcharse cuando vio a la niña rica, cargada con una nueva frazada y almohada. “Ten éstas”, dijo suavemente. La niña desposeída vió que aquella frazada y almohada eran nuevas. “Son las mías” le susurró la niña rica. “Ahora son tuyas”.

Al crecer las dos, no se vieron mucho, pero nunca estuvieron muy lejos la una de la otra en sus mentes. Un día, la niña rica que ahora era una mujer rica, recibió una llamada telefónica de alguien. Un abogado que decía que necesitaba verla en su oficina.

Cuando llegó a la oficina, le dijo lo que había pasado. Hace cuarenta años, cuando ella tenía nueve años, había ayudado a una niña necesitada que creció para convertirse en una mujer de clase media con esposo y dos hijos. Ella había muerto recientemente y le había dejado algo en su testamento. “Aunque”, dijo el abogado, “es la cosa más peculiar. Le dejó una almohada y una frazada”.

Hay cosas en la vida que quizás no tengan mucho precio para algunos, pero para otros pueden ser de mucho significado, especialmente cosas que con amor y comprensión y mucho corazón alguien compartió. Hay mucho que podemos hacer y que podría impactar la vida de otros. Hoy puede ser ese día en que podrías impactar la vida de otro con un gesto, un presente o solo una sonrisa pero con mucho corazón.

11 jul 2013

Trabajar con humildad

Trabajar con humildad

Cierta día un hombre visitó a su consejero y le relató su problema:

“Soy un sastre. Con los años gané una excelente reputación por mi experiencia y alta calidad de mi trabajo. Todos los nobles de los alrededores me encargan sus trajes y los vestidos de sus esposas. Hace unos meses, recibí el encargo más importante de mi vida. El príncipe en persona escuchó de mí y me solicitó que le cosiera un ropaje con la seda más fina que es posible conseguir en el país. Puse los mejores materiales e hice mi mejor esfuerzo. Quería demostrar mi arte, y que este trabajo me abriera las puertas a una vida de éxito y opulencia. Pero cuando le presenté la prenda terminada, comenzó a gritar e insultarme.

"¿Esto es lo mejor que puedes hacer? ¡Es una atrocidad! ¿Quién te enseñó a coser?"

"Me ordenó que me retirara y arrojó el traje tras de mí. ¡Estoy arruinado!. Todo mi capital estaba invertido en esa vestimenta, y peor aún, mi reputación ha sido totalmente destruida. ¡Nadie volverá a encargarme una prenda luego de esto! ¡No entiendo qué sucedió, fue el mejor trabajo que hice en años!”

-Vuelve a tu negocio- dijo el sabio-. Descose cada una de las puntadas de la prenda y cóselas exactamente como lo habías hecho antes. Luego llévala al príncipe.

-¡Pero obtendré el mismo atuendo que tengo ahora!- protestó el sastre. Y se lamentó-. Además mi estado de ánimo no es el de siempre.

-Haz lo que te indico, y Dios te ayudará -insistió el hombre.

Dos semanas después, el sastre retornó.

-¡Usted ha salvado mi vida! Cuando le presenté nuevamente el ropaje, el rostro del noble se iluminó: ¡Hermoso!, exclamó. ¡Este es el más hermoso y delicado traje que haya visto!
Me pagó generosamente y prometió entregarme más trabajo y recomendarme a sus amigos.
Pero, deseo saber ¿cuál era la diferencia entre la primer prenda y la segunda?”

-El primer traje -explicó el sabio- fue cosido con arrogancia y orgullo. El resultado fue una vestimenta espiritualmente repulsiva que, aunque técnicamente perfecta, carecía de gracia y belleza. Sin embargo, la segunda costura fue hecha con humildad y el corazón quebrado, transmitiendo una belleza esencial que provocaba admiración en cada uno que la veía.


Hacer nuestra labor con humildad sin importar cuál sea nuestra tarea, es lo que debe importar. ¿Y tú cómo haces tu trabajo profesional, familiar, personal, etc.. con arrogancia y orgullo, o con humildad en el corazón?

8 jul 2013

Una pesada carga

Dice una antigua leyenda que Dios primero creó aves sin alas. A su debido tiempo, Dios hizo alas y les dijo a las aves: Vengan, tomen estas cargas, y llévenlas con ustedes.
Al principio las aves vacilaron, pero pronto obedecieron. Intentaron levantar las alas con sus picos, pero eran demasiado pesadas. Luego intentaron tomarlas con sus garras, pero eran demasiados grandes. Por fin una de las aves logró levantar las alas sobre sus hombros donde era posible llevarlas.

Poco tiempo después, les comenzaron a crecer y pronto se habían pegado a sus cuerpos. Una de las aves comenzó a mover sus alas y se elevó por los aires. Muy pronto las demás siguieron su ejemplo. Lo que antes había sido una pesada carga, ahora se había convertido en el instrumento que les permitía ir a donde antes no podían, cumpliendo de estar manera el destino para el cual fueron creadas.

Toda situación a la que nos enfrentamos quizá al principio nos parecería que es una carga demasiado pesada. Una responsabilidad que creemos está más allá de nuestras capacidad no es más que la prueba fehaciente de que Dios confía en nosotros y no nos pedirá más de lo que sabe que podemos dar.


Recordemos la historia de las aves y tratemos de hacer nuestra situación un poco más llevadera dentro de lo posible.

5 jul 2013

Perdonar...

Perdonar...
El camino para aprender a amar se hace “Perdonando”, quien desea crecer en el amor lo logra viviendo en el perdón. Perdonar es el camino de la liberación, el que realmente se libera es quien perdona, echando fuera de su alma todo rencor y la venganza que solamente lo envilece y lo consume.

Perdonar a pesar de tener razón y mil justificaciones para no hacerlo. Perdonar cuando te han ofendido y humillado, así se manifiesta la grandeza del corazón. Solamente el que ama auténticamente puede decir  perdono y olvido.

Perdonar es cuando a pesar de haber sido ofendido te atreves a dar una sonrisa de amor. Deja hoy tus rencores, ese recuerdo que anhela ver al que te ha ofendido de rodillas pidiendo clemencia. Deja hoy ese fuego que enciende tu cólera y llena tu ser de rabia y de rencor. Aparta ese sentimiento que tienes cuando ha sido pisoteado tu orgullo y has sido lastimado en lo más profundo, cuando deseas con todas tus fuerzas ver destruido y humillado a quien te ha ofendido.

¿Serías capaz de perdonar a ese amigo que te traicionó, o aquella ofensa de quien tu creías no te podía fallar? ¿Serás capaz de llenar tu alforja de amor y olvido, y salir al encuentro con lo único que le puedes ofrecer: tu perdón? 

Ahora puedes ser libre, perdonar y olvidar, eleva tu alma a aquel que te perdonó y encuentra la paz.

Dios, dame la sabiduría, la comprensión y la fuerza para no darle espacio ni tregua al odio y ser capaz de perdonar y vivir por los demás.

Hoy estoy dispuesto a olvidar, a perdonar… Hoy elijo el camino del amor.

3 jul 2013

La batalla entre el Amor y el Odio

La batalla entre el Amor y el Odio
Hubo una vez en la historia del mundo un día terrible en el que ODIO, que es el rey de todos los malos sentimientos, los defectos y las malas virtudes, convocó a todos sus súbditos a una reunión urgente. Vinieron de todas partes del mundo. Los deseos más perversos del corazón humano llegaron a esta reunión, con curiosidad por saber cuál era el propósito.


Cuando estuvieron todos reunidos, ODIO se puso de pie y dijo: "Los he reunido a todos porque deseo con todo mi corazón matar alguien". Los asistentes no se extrañaron mucho pues era ODIO quien les estaba hablando y él siempre quería matar a alguien, sin embargo todos se preguntaban entre sí quien era tan difícil de matar para que ODIO, los necesitara a todos. "Quiero voluntarios que maten al odioso AMOR, -dijo nuevamente Odio-. Muchos sonrieron, ya que casi todos querían hacerlo de una u otra forma.
 
El primer voluntario fue Mal Carácter. -Yo iré y les aseguro que en un mes, AMOR habrá muerto. Provocaré tal discordia e ira que no lo soportará - les dijo a todos.
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