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24 jul 2012

El vendedor más grande del mundo: Noveno pergamino


El vendedor más grande del mundo: Noveno pergamino

Mis sueños carecen de valor alguno, mis planes son como el polvo, mis metas imposibles. Todo eso carece de valor a menos que sea seguido por la acción. Procederé ahora mismo.

Jamás ha existido un mapa, por muy exactos que hayan sido los detalles y la escala, que transportara a su dueño un centímetro de distancia. Jamás ha existido un documento jurídico, por justo que fuese, que haya impedido un crimen.
Jamás ha existido un pergamino, aún como el que yo sostengo ahora, que se haya ganado un centavo o producido una sola palabra de aclamación. Solamente la acción es la chispa que enciende el mapa, el documento, el pergamino, mis sueños, mis planes, mis metas, hasta convertirlos en una  fuerza viviente. La acción es mi alimento y bebida que nutrirán mi éxito. La demora que me ha sujetado fue hija del temor y ahora reconozco este secreto, extraído de las profundidades de corazones valientes. Ahora se que para conquistar el temor debo siempre proceder sin vacilación y los estremecimientos de mi corazón desaparecerán. Y ahora sé que la acción reduce al león del terror a una hormiga de ecuanimidad. De aquí en adelante, recordaré la lección de la luciérnaga que proyecta su luz solamente cuando vuela, solamente cuando está en acción. Me convertiré en luciérnaga y aún durante el día se verá mi resplandor a pesar del sol. Que otros sean como las mariposas que se acicalan las alas, y que sin embargo dependen de la caridad de una flor para vivir. Seré como una luciérnaga y mi luz iluminará el mundo.

Procederé ahora mismo.

No eludiré las tareas de hoy ni las postergaré para mañana, porque sé que el mañana nunca llega. Déjenme proceder ahora aunque mis acciones no traigan la felicidad o el éxito, porque es mejor proceder y fracasar que quedarse inactivo y salir del paso a duras penas. La felicidad, en realidad, quizá no sea el fruto arrancado mediante mi acción, y sin embargo sin la acción todo fruto morirá en su tallo.

Procederé ahora mismo. Procederé ahora mismo. Procederé ahora mismo. De aquí en adelante, repetiré estas palabras constantemente, cada hora, cada día, todos los días, hasta que se conviertan en hábito como el respirar y las acciones que sigan sean algo tan instintivo como el pestañear. Con estas palabras puedo preparar la mente para realizar todo acto necesario para mi éxito; con ellas puedo preparar la mente para hacer frente a todo desafío que e1 fracasado elude. Repetiré estas palabras una vez tras otra. Las pronunciaré cuando despierte al saltar de mi cama, mientras el fracasado duerme una hora más. Cuando entre al mercado las pronunciaré e inmediatamente confrontaré a mi primer cliente, mientras el fracasado medita con detenimiento sobre la posibilidad de que se lo desaire. Cuando me encuentre frente a una puerta cerrada, las pronunciaré, y luego llamaré mientras que el fracasado espera afuera con temor y temblor. Las pronunciaré cuando me confronte la tentación, y procederé de inmediato para sacarme a mí mismo del mal. Cuando esté tentado a abandonar la lucha para comenzar mañana, pronunciaré estas palabras y procederé de inmediato a consumar otra venta. Solamente la acción determina mi valor en el mercado, y para multiplicar mi valor multiplicaré mi acción. Transitaré allí donde el fracasado teme andar. Trabajaré cuando el fracasado busque descanso. Hablaré cuando el fracasado permanece en silencio. Visitaré a diez personas que pueden comprar mis mercancías, mientras que el fracasado se formula planes grandiosos para visitar a uno solo. Afirmaré que la labor está cumplida antes que el fracasado diga que es demasiado tarde. Porque el ahora es todo lo que tengo. Mañana es el día reservado par el trabajo de los haraganes. Yo no soy haragán. Mañana es el día cuando lo malo se vuelve bueno. Yo no soy malo. Mañana es el día cuando el débil se vuelve fuerte. Yo no soy débil. Mañana es el día cuando el fracasado tendrá éxito. Yo no soy un fracasado.

Procederé ahora mismo.

Cuando el león siente hambre, come. Cuando el águila siente sed, bebe. Si no procedieran, si no actuaran, morirían. Tengo hambre de éxito. Tengo sed de felicidad y de paz mental. Si no procedo, si no actúo, pereceré en una vida de fracaso, de miseria, de noches de insomnio. Impartiré órdenes y obedeceré mis propias órdenes. El éxito no esperará. Si demoro será como una novia que se casará con otro y la perderé
para siempre.

Ahora es el momento oportuno, Este es el lugar. Yo soy el hombre.

Procederé ahora mismo.
 
Del libro El vendedor más grande del mundo: Og Mandino

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