Saludaré este día con amor en mi corazón.
Porque este es el secreto más grande del éxito en todas las
empresas. La fuerza muscular podrá partir un escudo y aun destruir la vida,
pero solo el poder invisible del amor puede abrir el corazón del hombre, y
hasta que no domine este arte no seré más que un mercachifle en el mercado.
Haré del amor mi arma más poderosa y nadie a quien yo visite, podrá defenderse
de su fuerza.
Podrán contradecir mi razonamiento; podrán desaprobar mi
manera de vestir; podrán rechazar mi rostro, y hasta podrán sospechar de mis
ofertas especiales; y sin embargo mi amor les derretirá el corazón, al igual
que los rayos del sol entibian la más fría arcilla.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
¿Y cómo lo haré? De aquí en adelante contemplaré todas las
cosas con amor y naceré de nuevo. Amaré al sol porque me calienta los huesos;
pero también amaré la lluvia porque purifica mi espíritu. Amaré la luz porque
me señala el camino; pero también amaré la oscuridad porque me enseña las estrellas.
Acogeré la felicidad porque engrandece mi corazón; pero también soportaré la
tristeza porque descubre mi alma. Reconoceré la recompensa porque constituye mi
pago; pero también daré acogida a los obstáculos porque constituye para mí un
desafío.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
¿Y cómo hablaré? Elogiaré a mis enemigos y se convertirán en
amigos míos. Animaré a mis amigos y se volverán mis hermanos. Ahondaré siempre
en busca de razones para elogiar; nunca me allanaré a buscar excusas para el chisme.
Cuando sienta la tentación de criticar, me morderé la lengua; cuando me sienta
inspirado a elogiar, lo proclamaré a los cuatro vientos.
¿No sucede que los pájaros, el viento, el mar y la
naturaleza toda hablan con la música de la alabanza para su creador? ¿No puedo
acaso hablar con la misma música a sus hijos? De aquí en adelante recordaré
este secreto que cambiará mi vida.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
¿Y cómo procederé? Amaré a todas las clases de hombres
porque cada uno tiene sus cualidades dignas de ser admiradas aunque quizá estén
ocultas. Derribaré la muralla de sospecha y de odio que han construido
alrededor de sus corazones, y en su lugar edificaré puentes para llegar por
ellos a sus almas. Amaré al que tiene ambiciones porque podrá inspirarme; amaré
a los que han fracasado porque pueden enseñarme. Amaré a los reyes porque son
solamente humanos; amaré a los humildes porque son divinos. Amaré a los ricos
porque sufren la oscuridad; amaré a los pobres porque son tantos. Amaré a los jóvenes
por la fe a que se aferran; amaré a los ancianos por la sabiduría que
comparten. Amaré a los hermosos por sus ojos de tristeza; amaré a los feos por
sus almas saturadas de paz.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
¿Y como reaccionaré ante la conducta de los demás? Con amor.
Porque así como el amor es el arma con la que me propongo abrir el corazón del
hombre, el amor es también mi escudo para resistir los dardos de odio y las
lanzas de ira. La adversidad y el desánimo azotarán cual huracán mi nuevo
escudo, hasta quedar finalmente reducidos a fina lluvia. Mi escudo me protegerá
en el mercado, me sostendrá cuando estoy solo. Me estimulará en momentos de
desánimo, pero también me calmará en épocas de gozoso transporte. Con el uso se
fortalecerá y me protegerá cada vez más, hasta que un día lo pondré a un lado y
caminaré sin estorbos entre todos los hombres, y cuando lo haga, mi nombre será
enarbolado bien alto en la pirámide de la vida.
Saludaré este día con amor en mi corazón.
¿Y cómo me enfrentaré con las personas con quienes me
encuentro? De una sola manera. En silencio y en mi fuero interno me dirigiré a
él y le diré que le amo. Aunque dichas en silencio estas palabras se reflejarán
en mis ojos, serenarán mi frente, harán que una sonrisa se asome en mis labios,
y harán eco en mi voz; y su corazón se abrirá. ¿Y quién es aquel que se negará
a comprar mis mercaderías cuando en su corazón sienta mi amor?
Y principalmente me amaré a mi mismo. Porque cuando lo hago,
vigilaré celosamente todo lo que entra en mi cuerpo, mi mente, mi alma y mi
corazón. Nunca jamás mimaré los apetitos de la carne, sino que más bien trataré
mi cuerpo con limpieza y moderación. Nunca permitiré que mi mente sea atraída
por el mal y la desesperación, sino más bien la estimularé con los
conocimientos y la sabiduría de los siglos. Nunca le permitiré a mi alma que se
vuelva complaciente y satisfecha; por el contrario la alimentaré con la
meditación y la oración. No permitiré nunca que mi corazón se empequeñezca o se
amargue; sino más bien lo compartiré y crecerá y alegrará la tierra. De aquí en adelante amaré a toda la humanidad. Desde este
momento todo el odio ha sido extraído de mis venas, porque no tengo tiempo para
odiar, solo tengo tiempo para amar. Desde este momento doy el primer paso
requerido para convertirme en un hombre entre los hombres. Con amor aumentaré
mis ventas en un ciento por ciento y me convertiré en un gran vendedor. Aunque
no posea otras cualidades, puedo alcanzar el éxito tan solo con el amor.
Sin este fracasaré aunque posea todos los conocimientos y
habilidades del mundo.
Saludaré este día con amor en mi corazón...
Del libro El vendedor más grande del mundo: Og Mandino
No hay comentarios:
Publicar un comentario