Mi madre un día me habló de Dios.
“No te preocupes: Dios te ama y solo quiere que confíes en El. Deja que
El se encargue de tus preocupaciones. Cuanto tú hayas hecho todo lo que estaba
a tu alcance para calmar tus aflicciones, es hora de dejarlo todo en manos de
El. El tiene el poder de dar alivio a nuestra alma.
No te precipites pidiéndole que te llene de riquezas, El solo te dará
bendiciones y sabiduría, y es seguro que allí encontrarás riqueza. No trates de
exigirle nada pues El te ama y sabe de antemano lo que te hace falta mejor que
nadie. A Dios no lo mueve tu necesidad, lo mueve tu fe.
Solo confía en El.
Si piensas que tu carga es demasiado pesada, debes saber que si El
creyera que no puedes con ella, no te la habría dado. El sabe que eres fuerte.
Y tiene un propósito para ti. No te esmeres por saber más allá del presente.
Dale a cada día su propio afán.
Deja que El te lleve de la mano por los caminos de la vida y no tengas
miedo, solo confía. Si crees que las cosas empeorarán aún más, confía. El no va
a dejarte solo en la angustia y la tribulación. Deja que El vele tu sueño y tu
descanso será placentero y reparador.
Solo confía en El”.
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