Dice una
antigua leyenda que Dios primero creó aves sin alas. A su debido tiempo, Dios
hizo alas y les dijo a las aves: Vengan, tomen estas cargas, y llévenlas con
ustedes.
Al principio
las aves vacilaron, pero pronto obedecieron. Intentaron levantar las alas con
sus picos, pero eran demasiado pesadas. Luego intentaron tomarlas con sus
garras, pero eran demasiados grandes. Por fin una de las aves logró levantar
las alas sobre sus hombros donde era posible llevarlas.
Poco tiempo
después, les comenzaron a crecer y pronto se habían pegado a sus cuerpos. Una
de las aves comenzó a mover sus alas y se elevó por los aires. Muy pronto las
demás siguieron su ejemplo. Lo que antes había sido una pesada carga, ahora se
había convertido en el instrumento que les permitía ir a donde antes no podían,
cumpliendo de estar manera el destino para el cual fueron creadas.
Toda
situación a la que nos enfrentamos quizá al principio nos parecería que es una
carga demasiado pesada. Una responsabilidad que creemos está más allá de
nuestras capacidad no es más que la prueba fehaciente de que Dios confía en
nosotros y no nos pedirá más de lo que sabe que podemos dar.
Recordemos la
historia de las aves y tratemos de hacer nuestra situación un poco más
llevadera dentro de lo posible.
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